
Costa Rica La Florcita
La Finca
La historia de La Florcita Estate, conocida en el entorno familiar como Llano Grande, comenzó en 1995, cuando Don Miguel Sánchez, recolector de café convertido el tostador y oriundo de Juan Viñas, Cartago, decidió junto a su esposa Lidia Gamboa adquirir una finca de recreo en las tranquilas tierras de Llano Grande, Cartago.
En un inicio, el terreno fue destinado al descanso vacacional familiar, pero con el tiempo la familia decidió plantar cafetos de las variedades Costa Rica 95 y Obatá con fines ornamentales. Lo que ocurrió después fue inesperado: en una zona reconocida tradicionalmente por el cultivo de flores, cebollas y remolachas, los cafetos comenzaron a producir frutos. Este hecho sorprendió a la familia y al mismo tiempo evidenció los cambios climáticos que ya empezaban a transformar la agricultura local.
En 2012, Dani Sánchez, el hijo menor de Miguel y Lidia, obsequió a sus padres 150 plantas de Bourbon Rojo, Villasarchí y Gesha, provenientes del Valle Occidental. Estas nuevas variedades se sumaron a las ya existentes, consolidando el vínculo de la familia con el café y renovando su proyecto agrícola. Desde su infancia, Don Miguel había trabajado en la recolección, y con los años se especializó como tostador, oficio que la familia continuó con dedicación hasta el año 2023.
La creación de La Florcita Estate es más que un proyecto familiar: representa un homenaje a la trayectoria de Don Miguel Sánchez y a su legado en la caficultura. La finca se erige como símbolo de respeto hacia sus orígenes y como una forma de preservar su esfuerzo y transmitir su conocimiento a nuevas generaciones. Cada planta cultivada refleja décadas de trabajo y dedicación, uniendo la tradición familiar con una visión inclusiva en el mundo del café de especialidad, para todos aquellos que valoran la calidad, la diversidad y las historias detrás de cada grano.
Beneficio
La selección de cerezas se realiza cuidadosamente, escogiendo únicamente aquellas que se encuentran en su punto óptimo de maduración. Para preservar la frescura del fruto y evitar fermentaciones indeseadas, el despulpado se lleva a cabo con una máquina despulpadora manual en un plazo máximo de seis horas después de la recolección.
El secado se realiza de manera tradicional, al sol sobre camas africanas elevadas, lo que permite una adecuada circulación de aire alrededor del grano y un secado uniforme. Durante esta etapa, los granos son removidos de forma regular hasta alcanzar un nivel de humedad del 10,5 %, considerado ideal para garantizar la estabilidad y la calidad del café en el almacenamiento.
Origen
El café se plantó en Costa Rica a finales del siglo XVIII y fue el primer país centroamericano en tener una industria cafetalera plenamente establecida; en la década de 1820 el café era una importante exportación agrícola con gran importancia económica para la población.
En 1933, la asociación nacional de café, ICAFE (Instituto del Café de Costa Rica), se estableció como una ONG diseñada para ayudar el desarrollo agrícola y comercial del mercado de café costarricense. Está financiado por un impuesto de exportación del 1.5% sobre todo café costarricense, que contribuye al presupuesto de $7 millones de la organización, utilizado para investigación científica en genética y biología de Arábica, patología vegetal, análisis de suelos y aguas y supervisión de la industria nacional del café. Entre otras cosas, el café existe para garantizar que los términos de contrato de cafés costarricenses aseguren que el agricultor reciba el 80% del precio FOB («free on board», el punto en el que los riesgos de propiedad y precio se transfieren del agricultor/ vendedor al comprador).
Costa Rica contribuye con menos del 1% de la producción mundial de café, pero tiene una sólida reputación por producir cafés suaves de buena calidad. Una forma en que el país se ha diferenciado entre otras naciones productoras de café fue a través de la diversidad de tipos de beneficio y por ende perfiles de sabor, a pesar del tamaño geográfico relativamente pequeño del país.
Protegida por cordilleras en la vertiente del Pacífico, la región de Tarrazú es santuario de aves místicas y de bosque y productora de uno de los mejores cafés que se siembra en pequeños valles y laderas de montañas. La caficultura es la actividad fundamental para el desarrollo socio económico de la región.
Tarrazú representa casi el 35% de la producción total de café en Costa Rica. Las altitudes de 1.200 – 1.900m producen algunos de los perfiles de café más complejos de Costa Rica. Esta región ha sido la cuna de algunos de los avances más impresionantes de beneficio de café en el país, cuyo resultado es cafés muy nítidos. En Tarrazú se cultiva en alrededor de 22.000 hectáreas compuestas por pequeñas fincas con un tamaño promedio de 2.5 hectáreas.
El café ha sido cultivado en Costa Rica desde 1779. Actualmente las regiones que producen las mejores calidades son Tarrazú, West Valley y el Valle Central. En la última década la producción de café ha sido amenazada debido a un boom inmobiliario, convirtiendo fincas de cafés en suelo urbanizable. San José, la capital, está justo en el corazón del Valle Central, donde se encuentran casas privadas junto a las fincas de café. El valor de estas tierras ahora se ha disparado.
15,50 € – 62 €
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